miércoles, 28 de mayo de 2008

Tren

Hace unos días que tomo el tren que va a Ciudadela, papá me lleva al quiosco que tiene ahí. Me gusta viajar en tren, además viene mi amigo Manuel y con él jugamos a las carreras con los coches que pasan por la avenida y siempre les ganamos.

El tren parece más lento desde que tengo que atender el negocio de papá. Él esta enfermo y yo tuve que hacerme cargo.

Llueve, las estaciones están todas mojadas y sucias, como yo. Hoy es un día de mierda, voy a abrir el quiosco después de tres días de duelo, primero papá y ahora mamá, gracias a Dios los dos llegaron a conocer a la nieta.

Este tren que se quedó en Caballito, y yo que no veo la hora de llegar para contarles a mis clientes que anoche nació mi segundo hijo y es varón.

El oeste me deprime, para colmo este fin de semana ni Carlos ni Ángela vinieron a visitarme. Parece que después de la separación se sienten más cerca de la madre.

Por un momento me sentí vacío, sin saber por qué estaba en este tren ni por qué viajaba hacia el oeste, la sensación pasó rápidamente y todo se ordenó.

Hoy el sol está radiante y hace calor dentro del tren, por suerte, porque los días de humedad me duelen todos los huesos, serán los años.

El tren va repleto por el paro de colectivos, menos mal que viajo con Carlos, le voy a mostrar el quiosco. Ángela viene al medio día. Estoy contento, ahora vienen seguido a visitarme.

Hoy es el ultimo día que viajo en este tren de mierda, le dejo las llaves del local a Ángela y chau, ella se va a hacer cargo del quiosco. Espero que esté en el andén de la estación.

Ahí viene Manuel otra vez, me tiene cansado, yo lo único que quiero es sentarme tranquilo en la estación a ver pasar los trenes y éste que viene y no hace más que hablar de enfermedades.
-¿Todo bien viejo?
-Hasta hace un rato sí.

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