sábado, 28 de marzo de 2009

Agencia de noticias


—Ahora si que se puso feo el asunto, Doña Elsa
—No me diga que el Pancho se avivo.
—pa´ no avivarse, si ella le hacia los cuernos en la propia cara de el y no quiero hablar mas que estamos en la cola de la carnicería.
—Vea que yo le decía a mi marido. “Tu amigo el Pancho, es un estupido, como es que no se aviva”.
—Justo lo que yo digo, Doña Carmen.
—¿Sabe lo que me decía? “No hay peor ciego que el que no quiere ver”
—Mire yo se lo comentaba a, Tita que es intima mía
—¿A quien?
—A, Tita la que atiende el quiosco de la calle Viamonte.
—A bueno, esa también tiene su historia.
—Si es por eso…… hay tantas que tienen historia
—que me quiere decir.
—Yo, nada usted sabrá
—a ver si ahora se va a hacer la santita, como si no la hubiera visto subir a la camioneta de Alberto el relojero
—¡Que lengua!, para que sepa, a veces me lleva hasta la parada del ochenta y seis, porque yo trabajo, no como algunas que no hacen nada todo el día y se la pasan sacando el cogote por la ventana a ver que pasa en el barrio.
—Mucho trabajar, mucho trabajar, pero mejor porque no mira lo que pasa en su casa.
—Más le gustaría tener una familia como la mía, y no ese marido vago que vive del cuñado, que ni hijos sabe hacer.
—¡Para tener hijos como los suyos! El varón se la en la pasa en la esquina de quiosco fumando marihuana y su hija bastante rapidita.
—¿No será que esta despechada porque el Pancho ya no le da más bolilla?
—¡Hay por favor!, se cree que tengo tan mal gusto. A usted le gustara, que se caso con ese bicho que tiene de marido.
—No le contesto porque llego mi turno en la cola y estoy apurada que tengo que prepararle la comida al nene. Don Juan, me da un kilo de bifes angostos, pero que sean tiernitos que los que lleve el jueves eran una suela.